SUMARIO

  • En el mes de julio algo más de 187,000 cubanos participaron en múltiples protestas a lo largo toda la isla. Lo más significativo este mes no es el incremento en la cantidad de protestas, sino la masividad de la participación. Esto representa un incremento de 11,687%. Una simple comparación muestra que en el mes de junio participaron 1,600 cubanos en manifestaciones de protestas, la mayoría en protestas individuales.
  • En julio hubo en Cuba 584 protestas públicas en comparación con 249 en junio.
  • De las protestas en julio, 435 (74 %) estuvieron relacionadas con derechos políticos y civiles, y las restantes 149 (26 %) estuvieron vinculadas a la exigencia de derechos económicos, sociales y culturales. Las consignas más repetidas por los manifestantes fueron de naturaleza política y antisistema (Libertad, Abajo la Dictadura, Patria y Vida).
  • En julio hubo más de 18 protestas diarias para un crecimiento del 234% respecto al mes anterior (8 diarias).

 

MANIFESTACIONES PÚBLICAS DE PROTESTA TOTAL Por motivos económicos y sociales Por motivos políticos y civiles
2021
Julio 584 149 435
Junio 249 133 116
Mayo 231 86 145
Abril 203 47 156
Marzo 184 38 146
Febrero 159 48 111
Enero 137 58 79
2020
Diciembre 122 26 96
Noviembre 110 19 91
Octubre 88 33 55
Septiembre 42 16 26

 

De la protesta a la insumisión

Las protestas del 11 y 12 de julio transformaron a Cuba. Fueron protestas masivas que involucraron a más de 187,000 ciudadanos de todas las provincias del país con consignas de clara tendencia antisistema.

En 11 meses los cubanos han pasado de las críticas y lamentos en circuitos íntimos de confianza a las protestas en redes y espacios públicos y, finalmente este mes, a una insumisión masiva. Los antecedentes de esta resistencia fueron la manifestación del movimiento LGTB en mayo de 2019, la huelga de hambre del Movimiento San Isidro en noviembre del año pasado y las protestas frente al Ministerio de Cultura también en noviembre 2020 y el día del natalicio de José Martí, el 28 de enero de 2021.

El ciudadano ha estado incubando un profundo resentimiento alimentado por la indolencia de las autoridades ante la creciente miseria y su gestión desastrosa de la pandemia de Covid-19. En julio pese a la inoculación masiva con vacunas no certificadas cubanas, se registraron 200,398 nuevos casos positivos y se reconocieron 1,553 muertes por esa enfermedad.

La canción Patria y Vida galvanizó ese sentimiento a escala nacional y se convirtió en himno de la insumisión nacional.

Lo más significativo del mes es la masividad de las protestas. El Observatorio Cubano de Conflictos calcula cerca de 187,000 cubanos

Julio 11: La protesta más grande de la historia de Cuba

Los días 11 y 12 de julio un total de 49 capitales de provincias y pueblos, fueron escenario de protestas antigubernamentales y antisistema que involucraron un estimado de 187,000 ciudadanos de todas las edades, razas, profesiones, niveles culturales y género. Las protestas públicas contra la dictadura de Batista o la de Machado nunca contaron con esa masividad, hasta que las personas salieron a festejar su caída definitiva.

Esta insumisión nacional por espacio de 48 horas –en algunos lugares por más tiempo– fueron precedidas y seguidas, durante todo el resto del mes, por protestas también públicas, aunque fuesen de menor dimensión, grupales o individuales.

Los cubanos perdieron el miedo

Los gritos de “¡Asesino!” al Comandante de la Revolución, Ramiro Valdés Menéndez, en Palma Soriano, son la prueba más evidente de que el cubano ha perdido el miedo. Ramiro Valdés ha sido el Ministro del Interior más temido en Cuba y uno de los mayores represores del régimen. Sin embargo, ese miedo no impidió gritos colectivos de “¡Asesino!” en su cara, al que una vez advirtió de los peligros que presentaba Internet para la casta en el poder definiéndola como un “potro que había que domar”.

Después del 11 de julio: protestas contra la represión

Cuando en el tercer día de las protestas masivas, la brutalidad policial y paramilitar logró desalojar de las calles a los manifestantes, las protestas siguieron en las redes sociales –aun con el monitoreo oficial de contenidos y los cortes al servicio de internet.

La ruptura pública de reconocidos artistas con las instituciones gremiales legales (UNEAC), las denuncias de familiares y amigos por los presos y desaparecidos, además de la documentación gráfica de las brutalidades represivas se multiplicaron en la segunda mitad del mes. Las protestas públicas, colectivas e individuales, se concentraron ante estaciones de policía, así como en redes sociales y otros espacios.

Terror y concesiones temporales ante la insumisión

La casta militar ha comprobado que la ciudadanía ha perdido el miedo al aparato represivo, por lo que ahora acuden al terror. Esta es una guerra contra todo el pueblo.

La represión ha dejado de circunscribirse a las organizaciones opositoras porque el desafío principal viene de los ciudadanos. El método represivo ya no es quirúrgico contra organizaciones y disidentes sino masivo: redadas barriales, golpizas, sentencias expeditas. Cubalex y Human Rights Watch reportan 745 detenidos.

Se retorna, paso a paso, al terror de la década de los sesenta cuando se libraba una guerra civil armada en varios territorios y ciudades. El terror contra los ciudadanos no es esta vez la expresión de una guerra civil, sino de un crimen de guerra. La población, desarmada, está siendo atacada por fuerzas oficiales y paramilitares armadas por el Estado. Eso es un crimen de lesa humanidad, no una guerra civil. 

La insumisión no ha sido aplastada ni se ha extinguido porque el gobierno se niega a reconocer las raíces de la crisis y no da respuesta suficiente a las demandas de la población.

El descontento popular solo ha cambiado provisionalmente de escenario mientras reajusta sus acciones. Un poco de arroz y carne enlatada proveniente de donaciones solo atenúa la hambruna en curso, no la resuelve.

Las concesiones gubernamentales de último minuto, todas provisionales hasta diciembre –rebaja de las tarifas de las comunicaciones, aprobación de la importación directa del sector privado, liberación de impuestos aduanales a los alimentos y medicinas, retiro a los precios topados a algunos productos agrícolas–, solo han logrado convencer a más personas de que el camino para obtener lo que demandan no es el diálogo que nunca han aceptado los funcionarios sobre estos u otros temas, sino la confrontación y la protesta pública. Y algo más peligroso para el gobierno: están convenciendo a la población de que toda concesión será siempre temporal a menos que se deshagan de manera definitiva del sistema que bloquea su derecho a la libertad y a la prosperidad.

Los corresponsables del terror

Hoy las calles han sido militarizadas con fuerzas antimotines armadas con equipos vendidos por España, entre otros, para reprimir al pueblo (no para repeler una agresión extranjera). Justificarse diciendo que es para proteger al país de una agresión externa es una blasfemia. A la 82 División Aerotransportada de Estados Unidos no la paran con equipos SWAT, gases lacrimógenos, revólveres y escopetas.  Los vendedores de esas armas sabían muy bien lo que estaban haciendo. El Observatorio Cubano de Conflictos propone una inmediata moratoria en las ventas internacionales de todo equipo policial a Cuba.  Es lo único decente.

Los que venden equipos antimotines están “empoderando” a policías que entran disparando a un hogar y acribillan a un padre de familia delante de sus hijos. Son corresponsables de la sangre de ciudadanos baleados o molidos a bastonazos por varios represores, de los menores secuestrados de sus hogares para reclutarlos forzosamente en las fuerzas represoras y equiparlos con los escudos que exportaron a un gobierno en conflicto con su población.

El grupo de Militares Objetores de Conciencia (MOC) ha hecho un llamado a no disparar, ni reprimir a la población. También medios de prensa y artistas han hecho el mismo llamado. El mes terminó con un policía que renunció al cuerpo para no reprimir a la población y fue encarcelado.

Cayó el mito de la revolución cubana en el mundo

La protesta masiva del 11 de julio es un posicionamiento antisistema y ha echado por tierra un importante mito de la izquierda: Cuba no es una sociedad revolucionaria que cuenta con el apoyo del pueblo. Hoy representa un estado postcomunista y totalitario en que una élite militar monopoliza las riquezas y se comporta como una casta mafiosa dictatorial frente a una población depauperada y desesperada.

La feroz respuesta represiva a las protestas pacíficas de julio ha dado un adiós definitivo al capital simbólico acumulado por el mito revolucionario. La estética de un estado del que el mundo ahora ve sus manos ensangrentadas contra su propio pueblo ya no puede sostenerse con viejas canciones de Silvio Rodríguez.  Mientras tanto Pablo Milanés, junto a muchos otros artistas dentro y fuera de Cuba condenan la brutalidad del gobierno y denuncian el antipopular sistema vigente.

Hasta a los amigos incondicionales de Cuba, desde Bernie Sanders, el Partido Comunista de Chile, Joseph Borrell o a los firmantes del anuncio pagado en el New York Times, no les ha quedado más remedio que taparse la nariz y distanciarse de la brutalidad de la represión frente a protestantes pacíficos.

La publicación de artículos críticos en periódicos liberales casi siempre complacientes con la dictadura cubana, como el New York Times, el Washington Post o El País –incluso escritos por autores de la prensa independiente en Cuba– es otra evidencia de que mito cubano ya no puede sostenerse. La visión edulcorada de la realidad que La Habana ha exportado por décadas con agentes de influencia y chantajeando a la prensa extranjera acreditada en la isla ha entrado en crisis.

Por otro lado, la reaparición en escena de la vieja guardia –Raúl Castro, Machado Ventura y el propio Ramiro Valdés– ha quitado el velo a la pantomima de transferencia del poder a Miguel Díaz Canel. Está claro quién manda y quién obedece.

Cerca de cien manifestaciones en ciudades de otros países, muchas masivas y en las que se mezclan cubanos y extranjeros, han deslegitimado el mito de la “Revolución Cubana” ante millones de televidentes de todo el mundo.

Protesta en Ottawa, Canada

Desinformación, medidas activas y asesinato de reputación de los manifestantes

Como era de esperar el servicio de medidas activas de la inteligencia del MININT se desplegó con la misma velocidad que los matones que repartían porrazos a los pacíficos manifestantes que pedían libertad ciudadana. Su principal escenario de combate fue la desinformación –interna e internacional– sobre cual era la causa de las protestas, quienes eran los que protestaban y la fabricación de acusaciones sobre acciones inaceptables que pudiesen adjudicarles.

El mantra elaborado por el Departamento de Medidas Activas de la Dirección de Inteligencia para sus agentes de influencia, espías y tontos útiles contiene líneas de propaganda negra como las siguientes:

  1. la gente protesta por la escasez de comida y medicinas generada por el bloqueo y las sanciones de Trump que Biden se demora en cancelar,
  2. los promotores de las protestas son elementos marginales pagados por el exilio de Miami y agencias federales de EEUU,
  3. los manifestantes han recurrido a la violencia asesinando a 7 policías, incendiando la sala de pediatría de un hospital en Matanzas, saqueando tiendas dolarizadas y lanzando bombas incendiarias contra la embajada de Cuba en París.

Lo cierto es que nadie gritó contra el “bloqueo” de EEUU en las protestas; los supuestos marginales y quienes les expresaron su apoyo constituían una muestra completa de la sociedad cubana; nunca han dado los nombres y direcciones de los siete supuestos policías asesinados; tampoco han mostrado fotos de la sala pediátrica quemada o las tiendas asaltadas, dado su localización o presentados testigos de esos pretendidos sucesos. La SUDETE francesa tampoco ha convalidado hasta hoy la acusación del supuesto atentado incendiario contra la sede diplomática de Cuba en Paris.

Los trucos del manual de la KGB son tan o más viejos que Raúl Castro y han perdido su efectividad de antaño.

Lo que sí ha sido documentado es que en algunas ocasiones cuando patrullas con policías armados de pistolas y bastones se aproximaron a los manifestantes para reprimirlos, estos los repelieron con las únicas armas al alcance una población: piedras y adoquines. Y al menos en una instancia, viraron al revés el carro policial.

Después de escuchar la santificación de las intifadas palestinas, colombianas y chilenas cada noche en el Noticiero de TV ahora los cubanos descubrían por si mismos el poder ciudadano de una andanada de piedras. Para algunos de los manifestantes era una experiencia novedosa: siempre habían corrido con la policía pisándoles los talones y ahora veían a los policías correr delante de ellos buscando resguardo.

Conclusiones

El ciudadano cubano ha tomado conciencia de que no es posible transformar la realidad socioeconómica sin un cambio del sistema político. Necesitan angustiosamente comida y medicinas, pero las consignas políticas “¡Libertad!”, “¡Abajo la Dictadura!” y “¡Abajo el Comunismo!” fueron las más escuchadas. Después de seis décadas de promesas y mentiras han llegado a la conclusión de que sin libertad política no pueden cambiar el sistema socioeconómico que los hunde en la miseria.  

Como dice la Biblia “el que tiene oídos para oír, oiga” (Marcos 4:9). Este conflicto no es internacional, sino interno. No es entre Estados Unidos y Cuba, sino entre un sistema que niega al pueblo sus libertades, derechos y satisfacción de necesidades básicas.  Un conflicto entre la ciudadanía harta de esa opresión y quienes detentan el poder, los que después de 62 años insisten en seguir imponiendo ese sistema fallido. El conflicto no puede resolverse exclusivamente con reformas económicas porque el régimen político impide las libertades de expresión, pensamiento y organización para promover los cambios requeridos. Y ahora, peligrosamente, está cerrando con su egoísmo e insensatez el camino al cambio no violento.

La Cuba posterior al 11 de julio es radicalmente diferente. Los ciudadanos han conocido que muchos de sus vecinos piensan igual que ellos y que el pueblo tiene poder real si se decide a usarlo. Los opresores despertaron: el desprecio que sentían por la población se ha tornado en miedo. La dictadura no podrá restablecer la “normalidad” previa al 11 de julio. Se abre una nueva etapa.


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METODOLOGÍA DEL OCC

Los informes del Observatorio Cubano de Conflictos consideran como “protestas” a todas aquellas acciones que expresan de forma pública, sea de manera individual o colectiva, el rechazo ciudadano a disposiciones oficiales, instituciones o autoridades.

En cuanto a las causas o razones de la manifestación pública de protesta, estas pueden obedecer a  temas políticos y de derechos ciudadanos o vincularse de forma directa a demandas populares en cuestiones sociales, económicas y culturales como son los problemas de vivienda, agua, alimentación, transporte y censura artística o intelectual que las personas dirigen contra las instituciones y las políticas estatales o paraestatales.

Dichas manifestaciones pueden tomar múltiples formas tal y como han sido recogidos en la amplia bibliografía de los científicos sociales y los propios activistas que han estudiado estos temas durante décadas.  Ellas incluyen protestas callejeras, pintadas de muros, colgar carteles, corear consignas, negarse en público a cumplir órdenes policiales o administrativas, realizar una marcha, procesión, sentada, rezo o misa pública no autorizada, distribuir volantes, repartir publicaciones impresas o digitales prohibidas, distribuir memes y chistes satíricos de las políticas gubernamentales y muchos otros más en los que los ciudadanos manifiestan de manera pública sus agravios.

El OCC no contabiliza las protestas realizadas exclusivamente por ciudadanos cubanos en el exterior –aunque considera que el pueblo cubano constituye hoy una entidad transnacional- porque alteraría nuestra capacidad de medir con rigurosidad la gobernabilidad interna de Cuba, que es nuestro principal propósito.

El Observatorio Cubano de Conflictos (OCC) recopila información de fuentes abiertas y privadas, cuenta con su propia red de casi dos centenares de observadores repartidos por todas las provincias dentro de Cuba y sólo reconoce aquellas informaciones que se originen en fuentes reconocidamente confiables o que puedan ser verificables por nuestro equipo. Por ese motivo es posible que en alguna ocasión el número total de manifestaciones públicas de protesta que hayan tenido lugar sea en realidad ligeramente superior -nunca inferior- a la cifra que reportamos basados en nuestra metodología, fuentes y verificaciones. Pero esa rigurosidad nos permite asegurar que cada una de nuestras informaciones resulta confiable.

El OCC agradece la importante valoración de esta metodología que, a nuestra solicitud, fuera realizada a fines de 2021 por un grupo internacional de expertos, cientistas sociales y activistas de diferentes nacionalidades en América Latina y Europa.

Conflictómetro Cuba by Juan Antonio Blanco is licensed under CC BY-NC-ND 4.0