Los pueblos de los países de Europa del Este pudieron librarse del comunismo porque tenía lugar una “perestroika” (reestructuración) en la URSS que insuflaba aires liberalizadores contra el “socialismo real” y evitó las masacres de los manifestantes en las calles que sí hubo antes en Hungría en 1956, y en Checoslovaquia en 1968.

También los cubanos necesitan de apoyo internacional, especialmente de su gigantesco vecino y primera potencia mundial. Porque el fin del totalitarismo comunista se logra con la combinación de una gran presión político-social interna y otra presión venida de fuera. Ambas producen la fractura en la cúpula del poder que da al traste con el régimen.

En Cuba la presión interna ya está en marcha, pero falta la externa para apretar a la dictadura como un sándwich. El 11 de julio pasado el pueblo soberano mostró en las calles sus colosales músculos. La jauría castrista tiene miedo, pero las fieras cuando están heridas o tienen miedo atacan. Por eso los cubanos solos no pueden darle el golpe final al castrismo.

Sin embargo, el presidente estadounidense Joe Biden solo ha anunciado que se dan pasos para reanudar los envíos de remesas a la isla, ha sancionado al general Alvaro López Miera (tiene fama de cruel), ministro de las Fuerzas Armadas y a las tropas especiales (boinas negras) del MININT por la represión brutal que llevan a cabo; y afirma que elevará el número de diplomáticos en la embajada en La Habana

No son grupos de trabajo para evaluaciones, ni medidas como las mencionadas lo que necesitan los cubanos. Son percibidas por la cúpula castrista como un alivio, una debilidad de Biden. Y se envalentona al saber que haga lo que haga no pagará ningún precio.

Biden debe escuchar más a los cubanos y menos a sus asesores

Los esbirros están sembrando el terror en toda la isla. Miles de personas han sido sacadas de sus casas a golpes y arrestadas, incluyendo menores de edad, y todos los líderes opositores. Son condenados a prisión en juicios a cargo de los propios opresores. Hay miles de desaparecidos.

Un factor clave que ha impedido una posición más fuerte de Washington es que Biden es asesorado por personas que son proclives a un acercamiento a la dictadura comunista de La Habana, no importa lo que esta haga. Así lo reveló el senador Marco Rubio.

Es más, las sanciones a los esbirros anunciadas por Biden probablemente se debieron a la presión de los miles de cubanos residentes en EE.UU que han salido a las calles a exigir de la Casa Blanca una posición más firme.

Decirle a la dictadura: cesa la represión o “habrá consecuencias

Lo que necesita Cuba es que Washington le exija directamente a Raúl Castro y su pandilla que pongan fin a la represión, liberen los detenidos y los presos políticos, que aparezcan los desaparecidos y se restauren las libertades ciudadanas, incluida le legalización de los partidos políticos, o “habrá consecuencias”.

El presidente debiera instalar ya la tecnología para que los cubanos tengan internet independiente. Aumentar la potencia de Radio y TV Martí. Anunciar que mantiene a Cuba en la lista de países terroristas. Acusar al castrismo en la ONU y la OEA.  Invitar a la Unión Europea y otros aliados a aislar diplomática y políticamente a la dictadura cubana.

Más dólares a los represores y menos presión contra la dictadura

De las remesas Biden ha “aclarado” que se buscan las formas más adecuadas para que las remesas lleguen a manos del pueblo cubano” sin pasar por “las manos o los bolsillos” del régimen. Pero sus asesores saben que es casi imposible que las remesas lleguen directamente a las familias cubanas. La dictadura no acepta el envío de dinero por vías no estatales. Y si lo aceptase sería mediante la trampa de designar una entidad no estatal de “mentiritas” y engañar a Washington.

Por cualquier vía que lleguen los dólares a los cubanos irán a la tiranía. Porque aun si llegasen a los cubanos hay que adquirir vales (tarjetas bancarias) para comprar en las tiendas en divisas, todas en manos de los militares. Además, en Cuba recibe remesas solo el 35% de la población. Los 7.4 millones de cubanos restantes no se beneficiarán y son ellos los más necesitados y los que más protestan.

En cuanto a más diplomáticos a La Habana eso sepulta la responsabilidad del régimen por los ataques acústicos  y lo favorece al conceder  más visas a los inconformes para que emigren. Así Washington debilita la presión político-social interna a la tiranía.

Negarle a los esbirros y sus jefes visas para viajar a EE.UU no les quita el sueño. Ellos solo detendrán sus crímenes si les advierten de una posible intervención militar si siguen martirizando al pueblo. Porque lo que no fallaría para acabar con el castrismo sería echar abajo el mito de que solo hablar de una intervención humanitaria-militar favorece a la tiranía porque esta puede reavivar el nacionalismo “revolucionario”.

Esa es una percepción desfasada de la realidad cubana. Hoy es todo lo contrario. Fidel Castro podía exacerbar el nacionalismo con el cuento de “ahí viene el coco” (los marines), pero detrás estaban los subsidios soviéticos y la gente no pasaba hambre. Hoy las circunstancias son muy distintas, y más luego del 11 de julio. Pero eso es tema para otro artículo