Es inmoral construir hoteles y no comprar alimentos y medicinas

Con el pueblo pasando hambre, sin medicinas, y en medio de una pandemia que mata cada vez más ciudadanos, el dictador Raúl Castro no invierte dinero para comprar alimentos y vacunas efectivas para proteger a la población del Covid-19, o mejorar el ruinoso sistema de salud pública, sino en la construcción de más hoteles.

Y lo hace cuando el flujo de turistas a Cuba desde 2017 dejó de crecer por falta de profesionalismo, la mala calidad de los servicios que se ofrecen que además son muy escasos, y por los altos precios en comparación con otros mercados del Caribe de mayor calidad. Y más económicos.

Los hoteles los construye Gaviota S.A, compañía élite del emporio militar capitalista GAESA, propietario de la economía cubana que es rentable. Gaviota, con 105 hoteles y 40.000 habitaciones, es hoy la mayor red hotelera latinoamericana

El turismo declina y no se justifica la construcción de hoteles

Lo “curioso” es que el régimen invierte más en construir hoteles cuando menos dinero tiene y está declinando el sector turístico. En 2019, antes del Covid-19, viajaron a Cuba 436,352 vacacionistas menos que en 2018, una caída de casi un 10% en solo un año.

Y no solo viajaron a la isla menos turistas estadounidenses debido a las sanciones aplicadas por EE.UU, sino también desde Canadá, España, Italia, Francia, Gran Bretaña, Alemania y otros países de Europa y de América Latina. La tasa de ocupaciٴón en los hoteles en la isla desde fines de 2019 ha sido de apenas un 14.7%.

Llegan menos turistas pero el gobierno aumentó la inversión en la construcción de hoteles, de $1,575 millones de dólares en 2015 a $4,139 millones en 2020, según reveló el economista cubano Emilio Morales. Y no compra alimentos, medicamentos; insumos para la industria, ni nada de nada. Ni paga los plazos mínimos de su deuda renegociada, que fue perdonada en un 80%.

El déficit fiscal previsto para 2021 es de $3,612 millones de dólares y puede que llegue a los $4,166 millones de dólares (100,000 millones de pesos).

Hay una fuente secreta de ingresos ilícitos; la dictadura la oculta

O sea, la tiranía castrista gasta más dinero del que tiene. Y hay solo cuatro vías para hacerlo:  obtener préstamos internacionales, recibir subsidios de un “paganini” extranjero, imprimir más dinero nacional sin respaldo económico, o disponer de fuentes secretas de ingresos.

Ya Caracas no subvenciona al régimen, que tampoco tiene acceso a préstamos internacionales, y la impresión de dinero es de puro papel mojado sin valor de compra, y no es convertible. Solo queda la fuente secreta de ingresos.

Raúl Castro y sus apandillados tienen oculta en el closet una “Lámpara Maravillosa” y no es precisamente la de Aladino. Deben responder tres preguntas:  1) ¿De dónde salen esos ingresos no declarados; 2) ¿Por qué se invierte en construir hoteles y no en alimentar al hambreado pueblo?; y 3) ¿Quiénes son, o serán, los beneficiarios?

Se invierte más en hoteles que en salud o en la agricultura y la ganaderia.

Hay indicios de que La Habana recibe dinero sucio

Esas respuestas no serán respondidas, pero hay ya muchos indicios de que la claque que usurpa el poder en Cuba recibe dinero del narcotráfico y está lavándolo en la construcción de hoteles y otros bienes inmobiliarios, probablemente con la complicidad de empresarios españoles ansiosas por meterse en el turismo cubano con vistas al futuro, y de mafiosos rusos.

En un foro titulado “Defensa de la Democracia en las Américas”, auspiciado en Miami recientemente por el InterAmerican Institute for Democracy, participaron presidentes y expresidentes de América Latina, el secretario general de la OEA, Luis Almagro, académicos, comunicadores, artistas, y otras personalidades. Allí los participantes Douglas Farah, Casto Ocando, Hugo Achá, Mairbot Petit y Carlos Sánchez Berzaín mostraron pruebas de la implicación del gobierno cubano en operaciones de narcotráfico y lavado de dinero.

Nadie cree que luego de 1989 cesó el narcotráfico castrista

Además, hay que recordar que el “Caso Ochoa”, hace 32 años, no fue una justiciera iniciativa de Fidel Castro para castigar a oficiales cubanos que clandestinamente se aliaron al negocio de la droga. Falso, el fusilamiento del general Arnaldo Ochoa, del coronel Tony de la Guardia y otros oficiales del MININT fue una maniobra del dictador porque Washington lo agarró a él con las manos en la masa y quiso “limpiarse” internacionalmente.

Tampoco hay por qué creer que la participación del castrismo en el narcotráfico cesó en 1989. Al contrario, todo indica que adquirió nuevos bríos desde que ocupó Venezuela y se asoció con el Cartel de los Soles, a cargo de la flor y nata del chavismo y uno de cuyos jefes es el mismísimo Nicolás Maduro, con cargos ya por narcotraficante en la justicia de EE.UU.

La conclusión hoy es doble:

  • Con la inversión en nuevos hoteles no se beneficiará el pueblo cubano, sino la mafia militar que se apodera de las divisas generadas por el turismo;
  • No es posible demostrarlo todavía por la audacia y la cautela con la que siempre se ha movido la crápula castrista en materia delincuencial, pero todo indica que La Habana recibe dinero del narcotráfico, bien por participar en las ganancias de sus asociados venezolanos, o bien por facilitar el territorio cubano como puente seguro, sin riesgos, para enviar droga a EE.UU y Europa.