El flamante Plan para la Soberanía Alimentaria y Educación Nutricional (PSAEN), aprobado por el gobierno cubano en julio de 2020 para descentralizar el manejo estatal nacional de la agricultura y pasar el control a los municipios y “producir alimentos de forma sostenible y dar acceso a la población a una alimentación balanceada, nutritiva e inocua”, según palabras del ministro de Agricultura, es una engañifa más.

Es lo contrario y confirma el inmovilismo ya genético de Raúl Castro y su Junta Militar. Nada mejor para saber en qué consiste dicho plan que lo que dice un personaje de la novela italiana “Il Gattopardo” (El Gatopardo): “cambiar todo para que todo quede igual”, que a mediados del siglo XX devino adjetivo, “gatopardismo”, para calificar toda apariencia de cambiar las cosas sin hacerlo realmente.

Fue el castrismo el que acabó con la soberanía alimentaria

Es una ironía que lleve el nombre de Soberanía Alimentaria, pues fue ese mismo régimen castrista y no otro gobierno, el que precisamente hace 60 años acabó con el autoabastecimiento (soberanía) de productos agrícolas que sí había en Cuba antes de 1959.

Apoyado por la FAO, este plan no va a liberar las asfixiadas fuerzas productivas del campo, que es lo que debieron exigir los funcionarios de la FAO antes de auspiciarlo.

No, el Estado comunista continuará quitándoles a los agricultores privados el grueso de sus cosechas y pagándole precios miserables, decidiendo qué debe sembrar cada agricultor, y metiendo en la cárcel por “enriquecimiento ilícito” a los que más éxito tengan como productores. Solo que ahora en vez de acogotar a campesinos y usufructuarios desde La Habana, el Estado se acercará a ellos. Lo hará en cada municipio.

El control central seguirá para evitar “sorpresas”

Por eso ahora el control será doble, porque la cúpula del Partido Comunista querrá asegurarse de que localmente no se den “sorpresas”, es decir, iniciativas productivas más liberales que contagien a otros territorios y se les vaya de las manos la ortodoxia estatista en materia agropecuaria.

En cada uno de los 168 municipios habrá un órgano político-administrativo que “coordinará” la producción agrícola y pecuaria. Por ejemplo, unos cuantos burócratas en el municipio de Ciego de Avila decidirán qué deben hacer los agricultores en cada una de los cientos de fincas que hay en esa región de tan fértiles tierras.

Lo de Soberanía Alimentaria es una nueva versión del Plan Alimentario de Fidel Castro hace 30 años, el “Plátano Microjet”, el Triángulo de Ceba de Camagüey, el Cordón Lechero, el Cordón de La Habana (café), y demás desastres agroalimentarios fidelistas.

Más vigilancia y regaños a los campesinos

O sea, ahora los campesinos tendrán más “orientaciones” y regulaciones que antes, pues las visitas de sus fiscalizadores municipales serán frecuentes. Están muy cerca de ellos. Habrá más regaños a los agricultores por no cumplir al 100% lo ordenado.

El colmo es que paralelamente con estas maniobras “descentralizadoras” viene otro tope de precios, que ha comenzado por La Habana, y que obviamente se irá aplicando en las demás provincias. También hay una frase, esta atribuida a Albert Einstein que define el tope de precios castrista: “Locura es hacer lo mismo una y otra vez esperando obtener resultado diferentes.”

En muchas ocasiones el régimen ha impuesto topes de precios, las últimas grandes oleadas fueron en 2016 y en 2019.Las consecuencias siempre son las mismas, menos oferta de todo. A las leyes económicas no se les pueden hacer trampas.

Hace unos días el administrador Miguel Díaz-Canel anunció, una reforma de precios, sin dar detalles. Pero ya el gobierno provincial de La Habana decretó nuevos topes para la carne, las viandas, hortalizas, frutas, arroz y granos. La carne de puerco no podrá pasar de 35 pesos (1.45 dólares) la libra de costilla, y de 55 pesos (2.29 dólares) la libra de bistec.

Los agricultores con topes de precios producen menos o esconden la mayor parte de lo producido para venderlo “por la izquierda” a mayor precio, para obtener ganancia y porque cobran una prima extra por el riesgo de ser multado, o ir a la cárcel.

Solo liberando el campo los cubanos comerán más y mejor

Lo que tiene que hacer la dictadura castrista, y ya, es dejar libres a los campesinos para que produzcan lo que ellos quieran, y vendan libremente a precios según la oferta y la demanda, sin control del Estado, como ocurre en todo el mundo (salvo en la extraterrestre Corea del Norte), y eliminar las empresas agrícolas estatales y entregar las tierras, con título de propiedad, a quienes las quieran trabajar.

Es eso lo que hay que exigirle enérgicamente a quienes usurpan el poder en La Habana. Lo de Soberanía Alimentaria es una nueva versión del Plan Alimentario de Fidel Castro hace 30 años, el “Plátano Microjet”, el Triángulo de Ceba de Camagüey, el Cordón Lechero, el Cordón de La Habana (café), y demás desastres agroalimentarios fidelistas.

Como dice un viejo refrán a los artífices del plan descentralizador hay que decirles que no engañan a nadie, que la mona estatal castrista, aunque se vista de seda, mona se queda.”