Una clara expresión de que la “revolución” es hoy una pandilla de militares que solo están interesados en enriquecerse es la venta que el gobierno hace a los trabajadores de empresas estatales de unos módulos con alimentos y productos de extrema necesidad, a precios que duplican y hasta triplican el salario de muchos de ellos.

El promedio salarial en Cuba es de 879 pesos corrientes (CUP) mensuales, equivalentes a 36 pesos convertibles (CUC), y dichos paquetes se venden a 25, 32, 45 y 50 CUC (1,250 CUP).

No pudo comprar el módulo porque el precio duplica su salario

Como le dijo al periodista independiente Jorge Enrique Rodríguez la habanera Amanda González, trabajadora de la Unidad Empresarial Básica (UEB) en Centro Habana, “el gobierno abandona a su suerte a los obreros”, pues en su empresa se venden los módulos en 1,125 CUP o 45 CUC, y ella gana solo 490 CUP y no lo pudo comprar.

¿Qué contiene ese paquete que no pudo comprar Amanda? Dos paqueticos de pollo, dos de picadillo de pollo (seguramente de gallinas decrépitas), dos de salchichas, dos pomos de aceite, una lata de tomate frito, un frasco de mayonesa, dos tubos de pasta dental, un desodorante, cinco jabones de tocador, cuatro bolsas de detergente, cuatro rollos de papel sanitario, un champú, un suavizador y una frazada de piso.

Zoe Castellanos, trabajadora de Salud Pública, tampoco pudo comprar el módulo. Es madre divorciada, con dos hijos menores de edad y un salario de 595 CUP, la mitad del costo del paquete. “Lo más triste es que ni siquiera establecen una facilidad de pago. Es, lo tomas o lo dejas”, se quejó.

Debiera ser una facilidad del régimen para ayudar a trabajadores

Menos lo puede comprar quien percibe el salario mínimo de 400 CUP (16.6 dólares, y en Haití es de 66 dólares). El paquete más pequeño, de 25 CUC (625 CUP), incluye un paquetico de pollo, una botellita de aceite, una bolsita pequeña de café, un desodorante, un champú, un acondicionador, una frazada de piso, un tubo de pasta dental, dos jabones de tocador y dos jabones de lavar.

Esos paquetes deberían ser un alivio facilitado por el gobierno para evitar la aglomeración de personas en las colas, factor que está aumentando el número de cubanos contagiados con el Covid-19.

Los trabajadores que compran esos paquetes son menos del 20% de la fuerza laboral del país, según el administrador de una entidad de Comercio Interior en La Habana llamado Julián. Y no lo compran porque tengan mucho dinero, sino porque logran hacer “poninas”. Se unen varios, reúnen el dinero, compran y se reparten los productos. Unos se quedan sin pollo, otros sin embutidos, otros sin aceite, sin desodorante, o pasta dental, etc.

Privilegios para militares y represores

Los módulos van a militares a precios “secretos”

Sin embargo, paquetes aún mayores de ese tipo se venden a los militares a precios hasta ahora secretos, aunque se ha filtrado que bajísimos. Eso se lo reveló al reportero independiente ya mencionado el trabajador Orestes Martínez, quien labora en una entidad subordinada a la administración central del Estado: “los mejores módulos se los venden a los militares y prácticamente es un secreto hasta el precio”, aseguró Martínez.

Claro, la cúpula castrense sabe que son los oficiales de menor rango, sargentos y soldados quienes constituyen el soporte del poder dictatorial en Cuba, y hay que mantenerlos contentos, y evitar que pasen hambre.

¿Por qué son tan caros? El propósito es captar dólares

¿Por qué son tan caros? Porque no se trata de una iniciativa gubernamental para que trabajadores estatales y sus familias coman un poquito mejor y puedan asearse sin hacer colas interminables, y protegerlos del coronavirus.

Nada de eso. El principal propósito con la venta de estos módulos es captar dólares. Esa “deslumbrante” oferta con esos paquetes es una fuerte palanca para presionar a que trabajadores estatales pidan a sus familiares “gusanos” en el exterior que les envíen dólares.

Pero hay que recordar que las remesas de dólares (90% de ellas desde EE.UU), y que pueden sumar hasta 1,000 dólares trimestrales, la Western Union las entrega al destinatario en CUC, no en dólares, y ahora a una tasa de 99 CUC por 1 dólar. O sea, cada dólar que llega a la isla es secuestrado al instante por el régimen.

Con CUC por ahora se pueden comprar esos “módulos”, pero si el CUC se elimina, con dólares se podrían comprar CUP, o comprar con dólares en las tiendas si se permitiese, u obtener tarjetas magnéticas bancarias. Con cualquier tasa de cambio que el Banco Central fije del CUP con el dólar, los receptores de dólares se forrarán de CUP. Si fuese de 15×1, por ejemplo, con 100 dólares se obtendrían 1,500 CUP adicionales al salario devengado.

Y esos 100 dólares, y los miles de millones que puedan convoyarlos desde el “imperio” son los que quieren Castro II, sus generales, coroneles y comandantes históricos. Y si los cubanos de a pie pasan hambre, “mala suerte, allá ellos”.