El gobierno de EEUU acusó formalmente al cubano Alexander Alazo, presunto autor del atentado contra la embajada de Cuba en Washington el 30 de abril pasado, por tres delitos, entre ellos el de “ataque violento a un oficial extranjero (…) usando un arma mortal (…) y por dañar una propiedad perteneciente a un gobierno extranjero”.

Y un tribunal federal del Distrito de Columbia aseguró que Alazo “es un peligro para la comunidad”  y presenta “riesgo de fuga” en caso de salir en libertad, por lo que decidió mantenerlo en “detención preventiva” hasta su enjuiciamiento. El tribunal consideró que “el peso de la evidencia contra el acusado Alazo es abrumador e incontrovertible.”

Pero para el régimen de La Habana eso no es suficiente y exige que el gobierno estadounidense se responsabilice directamente por el ataque. Washington llevará ante los tribunales al agresor, como corresponde hacer en toda nación en que funciona la justicia, algo que no solo no ha hecho nunca el castrismo, sino que, por el contrario, el régimen cubano ha practicado el terrorismo durante 61 años.

Castro ordenó atentados terroristas en Nueva York

Con un mínimo de decoro, los gobernantes castristas lo que debieran hacer es pedir perdón al gobierno y el pueblo de Estados Unidos por haber intentado cometer horrendos atentados terroristas en New York, que afortunadamente fueron descubiertos a tiempo por el FBI.

En octubre de 1962, seguramente por una perreta de Fidel Castro por el retiro de los cohetes nucleares de Cuba, el FBI descubrió una acción terrorista obviamente ordenada por Castro. Un matrimonio cubano, Elsa Montera y José Gómez Abad, acreditados como diplomáticos en la misión cubana en la ONU, planeaba detonar 500 kilos de explosivos dentro de las famosas tiendas neoyorquinas Macy’s, Gimbel’s y Bloomingdale’s, y también en la Estación Central Ferroviaria de Manhattan. Con su inmunidad diplomática ambos terroristas lograron huir a México, pero otro funcionario cubano, Roberto Santiesteban, fue arrestado porque no había hecho efectiva su validación diplomática tras llegar a EE.UU el 3 de octubre.

En abril de 1969 Washington bloqueó las visas para el retorno a EE.UU de dos diplomáticos cubanos en la ONU por evidencias de actividades subversivas en territorio estadounidense. Otros cinco diplomáticos de la sede cubana fueron investigados por su asociación con el movimiento Panteras Negras, que planeaba atentados terroristas en centros comerciales e instalaciones públicas de Nueva York.

También el régimen cubano dio todo tipo de apoyo al grupo terrorista puertorriqueño Los Macheteros, y al movimiento estadounidense Weather Underground en los años 60 y 70.

En total, más de 60 miembros del cuerpo diplomático cubano acreditado en la ONU  han sido expulsados de EEUU por actividades nocivas a la seguridad nacional. Como reveló Alcibíades Hidalgo, ex embajador de Cuba en la ONU (1992-1994), “el 90% del personal de esa Misión son oficiales de inteligencia y los que no lo son están forzados a realizar operaciones de servicio a la inteligencia cubana”.

El régimen cubano no debiera pronunciar la palabra terrorismo

En fin, si  hay un gobierno en el planeta que no debe pronunciar  las palabras terrorismo y atentado, ese es el de Cuba. Ya antes de 1959  los hermanos Fidel y Raúl Castro eran terroristas. El Movimiento 26 de Julio, dirigido por ellos, colocaba bombas en cines, cabarets, parques y otros lugares públicos concurridos, con la inhumana tesis de que con dichos atentados la gente dejara de acudir a  lugares de esparcimiento y no le hiciera más “el juego” a la dictadura batistiana.

Para hurgar en el “pedigree” terrorista del castrismo no hay que ir muy lejos. En julio de 1958 fui testigo presencial en Ciego de Ávila de cómo una bomba “revolucionaria” colocada en el Parque Martí (en el centro de la ciudad) un sábado por la noche mató a tres personas e hirió a seis, incluyendo un niño de 2 años. La bomba había sido preparada para matar a Andrés Rivero Agüero,  candidato batistiano a la Presidencia en la farsa electoral de noviembre de 1958,  durante una cena en el hotel Santiago-Habana. Pero el  terrorista se acobardó y la puso debajo de un banco en el parque.

En el cabaret  Tropicana también estalló una bomba fidelista que hirió tan gravemente a una adolescente de 17 años que tuvieron que amputarle un brazo. En Miramar, el cocinero en una residencia de ese reparto murió destrozado por una bomba colocada en esa casa. Y el grupo de atacantes del Moncada en el que estaba Raúl Castro  usó como posición para atacar al cuartel un hospital repleto de pacientes. Podrían citarse decenas más de ejemplos, y de víctimas del terrorismo castrista antes de instalarse en el poder.

Infiltrando saboteadores y terroristas desde 1959

Al convertirse en dictador, con su experiencia de gánster habanero que hacía política a punta de pistola, Castro  creó una maquinaria secreta para infiltrar saboteadores y terroristas “revolucionarios” en América Latina. En el mismo año 1959  envió terroristas y guerrilleros a  Panamá, República Dominicana, Haití, y Nicaragua.

Después fomentó, entrenó y financió guerrillas rurales y  terroristas urbanos, como los Tupamaros (Uruguay), Montoneros (Argentina), el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (Chile)  y muchos otros. Y dio apoyo a terroristas de marca mayor como las FARC y el ELN de Colombia, las FALN y el MIR en Venezuela; el MIR en Perú, las FAR y el EGP en Guatemala, etc.

El régimen castrista dio capacitación, armas, agentes cubanos y ayuda económica a grupos guerrilleros y terroristas de todo tipo. Tony de la Guardia y otros esbirros del régimen asesinaron o hirieron en atentados a cubanos y extranjeros anticastristas allende los mares. Incluso hay sobradas sospechas de que Fidel Castro tuvo que ver en el atentado mortal contra  John F. Kennedy.  En Venezuela, fuerzas del MININT y las FAR enviadas por La Habana hoy dirigen la represión que aterroriza a la población venezolano, incluyendo el asesinato con certeros disparos a la cabeza de cientos de jóvenes manifestantes.

Cuba durante décadas le ha dado refugio a cuanto terrorista o criminal de militancia izquierdista ha salido huyendo de su país. La terrorista ETA española tenía en Cuba su más confortable guarida. El FBI tiene una larga lista (más de 70) de prófugos de la justicia en EEUU que residen en Cuba.

La masacre cometida por Fidel Castro al ordenar el hundimiento del transbordador 13 de Marzo frente a la costa habanera, con un saldo de 41 civiles inocentes muertos, incluyendo 10 niños, ha sido uno de los más salvajes actos terroristas cometido jamás por un gobierno latinoamericano

La masacre del transbordador 13 de Marzo

La masacre cometida por Fidel Castro al ordenar el hundimiento del transbordador 13 de Marzo frente a la costa habanera, con un saldo de 41 civiles inocentes muertos, incluyendo 10 niños, ha sido uno de los más salvajes actos terroristas cometido jamás por un gobierno latinoamericano.

Pero la dictadura castrista se ofende porque el gobierno de EE.UU no se declara responsable de un ataque a la embajada  que obviamente no facilitó.  El lobo tiene las garras muy largas y puntiagudas para venir a estas alturas a vestirse de ovejita.

De nuevo,  es el gobierno de La Habana el que tiene que responsabilizarse con todos los crímenes terroristas que sí ha cometido profusamente, y pedir perdón a los países afectados.