Al comenzar a correr ya el año 62 del castrismo nuevamente surge una pregunta que expresa la dramática realidad en la isla: ¿cuántos cubanos emigrarán en 2020?

¿Es sensato, normal, que los ciudadanos de un país protagonicen un éxodo perenne hacia cualquier rincón del mundo porque en su tierra natal se sienten hostigados y les niegan el derecho a una vida digna?

Ese es el caso cubano,  a causa de un par de crueles hermanos que han gobernado más tiempo que los 14 presidentes que tuvo el país en toda su etapa republicana (1902-1958).  Al menos medio millón se sumó a la enorme diáspora cubana en las últimas tres décadas. Y si bien la Administración Trump ha tornado más difícil emigrar a EE.UU, lo cierto es que continúan las salidas indetenibles para otros países, e incluso también para EE.UU.

Es sin duda una desgracia que golpea a la sociedad cubana. Y como genialmente decía Martí:   cuando un pueblo emigra, sus gobernantes sobran.

Es un flagelo fatal porque entre otras cosas el país pierde constantemente su capital más valioso, el humano. De no haber comunismo en Cuba no habrían emigrado más de dos millones de sus ciudadanos, incluyendo muchos de los más educados y preparados: ingenieros, arquitectos, profesores, médicos, científicos, economistas, expertos de todo tipo, artistas, periodistas, intelectuales, altos ejecutivos y miles de hombres de negocios con un valiosísimo  “know how” multifacético.

Sin “revolución”  Cuba tendría hoy unos 17 ó 18 millones de habitantes. Chile tenía en 1958 aproximadamente la misma población que Cuba y hoy tiene 19 millones de habitantes. Sin los Castro la población económicamente activa (PEA) de Cuba contaría con tres o cuatro millones más de personas,  produciendo y consumiendo. El Producto Interno Bruto sería  7 u 8  veces superior y el nivel de desarrollo socioeconómico de Cuba estaría en la escala más alta de Latinoamérica como en 1958.

Encima de semejante desastre la mayoría de quienes han emigrado en los últimos 40 años afirman (y lo creen)  que se han ido por razones económicas. Es lo que dice el régimen al argüir que la emigración cubana es igual a la de cualquier país del Tercer Mundo. Falso. Cuba es hoy muy pobre, pero  ¿de quién es la culpa de que la economía se haya hundido en una crisis permanente  que compulsa a emigrar?

La próspera Cuba antes de 1959 era un imán para atraer inmigrantes de todo el mundo. Al proclamarse la independencia en 1902 la población era de 1.6 millones de habitantes, y hasta 1930 llegaron a la isla 1.3 millones de inmigrantes, según el antiguo Ministerio de Hacienda. Sólo en seis años, entre 1924 y 1930,   llegaron 261,587 inmigrantes a la pujante isla caribeña.

De Cuba no había por qué emigrar. Fluían las inversiones de capitales nacionales y extranjeros. Había un evidente proceso de desarrollo socioeconómico ascendente.  Pero asaltaron el poder Fidel y Raúl Castro e impusieron el comunismo para perpetuarse en el poder. Hoy la nación suelta los pedazos en ruinas.

Las razones para emigrar serían económicas si Cuba fuese un país con economía de mercado como en el resto del Tercer Mundo, desde donde millones emigran por falta de  oportunidades.  En la isla no hay siquiera oportunidad alguna, pues no hay libre empresa. El Estado es dueño de todo. Por tanto,  es el responsable del desastre económico, no un capitalismo que no existe.

Recordemos que Castro vociferaba:   “que se vayan, no los necesitamos…” a los “gusanos”. Esos mismos “apátridas” a los que turbas enviadas por el régimen les lanzaban huevos podridos, y que hoy son irónicamente los que sostienen la postrada  economía cubana con sus remesas, paquetes y viajes a la isla.

Hay un detalle que expresa claramente este verdadero conflicto nacional. Durante las primeras oleadas de emigrantes en los años 60  los cubanos se iban tristes. Llevaban consigo entrañables recuerdos y la nostalgia de haber vivido en un país que avanzaba, con sus virtudes y defectos, con libertad económica incluso bajo una dictadura militar como la de Batista.

En cambio, generalmente quienes han emigrado en los últimos años  sólo llevan encima malos recuerdos de un  empobrecido y muy reprimido país. Lejos de añorarlo  lo quieren olvidar.  Eso es triste.

Y va a seguir ocurriendo en este año nuevo 2020 si no se le pone más presión a la gerontocracia militar que manda en el país, o se echa ya de una vez del poder y se liberan al fin las fuerzas constreñidas del pueblo cubano.