Falta de alimentos

Ocurrió mucho antes de lo que le advirtieron los economistas al inepto Miguel Díaz-Canel.  Los precios topados hace apenas unos días en agosto ya están golpeando a los cubanos,  pues hay falta de alimentos desde Punta de Maisí al Cabo de San Antonio.

Con el tope de precios al sector privado la dictadura pretende evitar la inflación luego de subir los salarios por un monto de 7.000 millones de pesos desde julio. El presidente designado  no hizo caso al pronóstico de los expertos de que un control de precios solo causaría más inflación y más escasez de todo.

En La Habana (2.2 millones de consumidores), el economista Énix Berrio reveló que “los carretilleros están desapareciendo (…) el tope de precios está provocando desabastecimiento y agravamiento de la crisis…”  A 800 kilómetros de distancia, en Santiago de Cuba, el líder juvenil de la UNPACU, Carlos Amel Oliva, informó que en la segunda ciudad más populosa de la isla ya casi no se ven tampoco los carretilleros que venden productos agrícolas por las calles.

No es rentable la producción agropecuaria

También en la oriental provincia de Granma, en Bayamo, el campesino Emiliano González confesó a Radio Martí que ellos prefieren dar otro uso a las cosechas antes de venderlas al gobierno con los precios topados. “Utilizamos muchos insumos para producir algún tipo de alimento, y con el precio topado del gobierno no es rentable la producción agropecuaria (…) va a venir más desabastecimiento por las medidas coercitivas que ha implantado el Estado”, dijo Emiliano.

Desde Camagüey, Leydis Tabares informó que “hasta la calabaza se perdió” en las últimas semanas. “Nada. Habichuelas venden por las mañanas, y punto. Ahí no hay un boniato, no hay un plátano”, explicó.

En el centro de la isla, en Santa Clara, el cuentapropista Yoel Espinosa explicó que se ha desplomado la oferta de viandas, frijoles y hortalizas. Dijo que los campesinos villaclareños asumieron altos costos para producir sus cosechas, “y las pérdidas son muy grandes si venden sus productos con el tope que puso el Estado”. También en Villa Clara, desde Quemado de Güines, el agricultor Ibar González explicó: El maíz está perdido del mercado porque el campesino prefiere vendérselo a los galleros o a los palomeros, porque se lo pagan a 500 pesos y el Estado lo paga a 220 pesos”.

En tanto, en el extremo occidental del país, en San Juan y Martínez, Pinar del Río, el campesino Rolando Pupo destacó que muchos agricultores han decidido guardar los productos, o utilizarlos para alimentación animal, antes que venderlos al gobierno.  Agregó  que los precios debe dictarlos la ley de la oferta y la demanda, y que el gobierno no tuvo en cuenta la falta de un mercado mayorista con precios razonables para obtener los insumos.

Ciertamente, ni a Díaz-Canel,  ni a ninguno de sus burócratas les importó que, al no haber un mercado mayorista, los campesinos adquieren sus insumos en el mercado estatal minorista a precios inflados por el Estado, o en el mercado negro igualmente a precios altos.

Si los campesinos no cubren sus costos, o ganan muy poco, producirán menos, dedicarán sus cosechas a otros fines, o venderán en el mercado negro a precios más caros. Pero los jerarcas castristas insisten en “meterles miedo” a las leyes económicas. Total, ellos comen de todo, sabroso, y opíparamente.

Los cubanos van a pasar hambre

La cosa pinta mal.  El gobierno no tiene divisas para importar alimentos y, contrariamente a toda lógica, asfixia las fuentes privadas de comestibles. Inaudito. Si insiste en el control de precios los cubanos van a pasar hambre, o comerán mucho menos.  No solo por el desabastecimiento que ya se observa, sino porque en el mercado negro los productos agropecuarios serán más caros, pues  los campesinos, además de cubrir costos y obtener una ganancia, seguramente  van a cobrar una prima (secreta) para protegerse por comerciar ilegalmente sin pagar impuestos. Para quienes tienen ingresos más bajos y los jubilados, ese alto precio  significa hambre.