Así como no es cierto que los cubanos emigran por motivos económicos y no políticos, como afirma el régimen e incluso la mayoría de quienes últimamente abandonan el país, tampoco es cierto que la falta de progreso del sector privado en Cuba es culpa del recrudecimiento del “bloqueo” de EE. UU. como concluye una reciente encuesta de la firma cubana independiente Auge entre 126 cuentapropistas en La Habana.

Que la gente se va de Cuba por razones económicas parece cierto a priori, ¿pero de quién es la culpa de que la economía nacional se derrumbara y quedara hundida en una crisis permanente que ha empobrecido al país y compulsa a emigrar?  Las causas del éxodo, aunque parezcan económicas, son políticas. Cuba antes de 1959 era un imán para atraer inmigrantes de todo el mundo.

El sondeo mencionado destaca que más del 80% de los encuestados aseguró que el endurecimiento del “bloqueo” los afecta, por la disminución de turistas estadounidenses en los últimos dos años.  Tal conclusión es lógica dada la maestría del castrismo para manipular la realidad y presentar lo negro como blanco. Muy pocos, o probablemente ninguno de esos 126 entrevistados sabe que el “bloqueode EE. UU. no los incluye a ellos, que la ley Helms-Burton solo atañe al sector estatal y que ellos pueden comerciar libremente con EE.UU. y es la dictadura la que lo impide.

Hasta mayo de 2019 laboraban en el país 605.908 trabajadores por cuenta propia en las 128 actividades autorizadas. (Foto: Alfonso B.)

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Lo que dice el gobierno de Cuba
Según datos oficiales, entre abril de 2018 y marzo de 2019 las sanciones estadounidenses costaron 4.343 millones de dólares a Cuba, que sufre hoy la que podría ser una de las peores crisis energéticas desde los tiempos del “periodo especial” de la década de 1990, que el Gobierno cubano atribuye al embargo de EE UU.
Cuba cuenta ya con casi 600.000 trabajadores en el sector privado

Cuba registra 595.559 trabajadores privados o por cuenta propia -como se les conoce en la Isla-, en su mayoría agrupados en 6 de las 15 provincias del país, informó este jueves el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social (MTSS).

Según los datos difundidos, que corresponden al cierre de abril pasado, de esa cifra de trabajadores autónomos el 32% son jóvenes, el 35% mujeres, el 10% jubilados y un 14% también está empleado en el sector estatal.

Las modalidades más solicitadas son la elaboración y venta de alimentos (9%), el transporte de carga y pasajeros (8%), el arrendamiento de viviendas, habitaciones y espacios (5%), los agentes de telecomunicaciones (5%); y los trabajadores contratados (25%), en su mayoría asociados a las dos primeras actividades.

En Cuba, con una población total de unos 11,2 millones de habitantes, los cuentapropistas representan el 13% de la población empleada, según cifras oficiales, casi el cuádruple de los registrados en 2010 cuando el Gobierno amplió la actividad para el sector privado.

Remesas para el sector privado
Las nuevas regulaciones de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) del Departamento del Tesoro de Estados Unidos limita el monto de las remesas a los familiares de los cubanos. Sin embargo, esas restricciones no se aplicarán a las organizaciones no gubernamentales y tampoco al sector privado de la Isla.

El documento de la OFAC recalca la voluntad política de Washington de favorecer el crecimiento de un sector privado independiente del Gobierno cubano. Por este motivo no habrá restricciones en el envío de remesas destinadas a los cuentapropistas y a ciertas ONG, como las Iglesias.

El factor “invisible” de la crisis económica en Cuba

Con las nuevas medidas de la Administración Trump se ha desplomado la llegada de turistas estadounidenses a Cuba y eso afecta al sector privado en Cuba (cuentapropistas), pero hay un factor principal que resulta “invisible” a primera vista. No es otro país, EE.UU, el responsable de que cuentapropistas dependan de turistas foráneos y no de  consumidores cubanos para subsistir, sino la casi inexistente demanda de consumidores cubanos porque son muy pobres,  gracias a la “revolución”.

El salario promedio en Cuba es de $44 dólares mensuales y solo la canasta básica de alimentos no baja de unos 82 dólares. Un kilogramo de pechuga de pollo con pellejo y hueso no baja de $4.50 dólares. Ese salario cubano es más bajo que el de Haití ($66) y el de varios países muy pobres de África, como Etiopía ($46) o Madagascar ($53), según el Banco Mundial.

Los cubanos simplemente no pueden constituirse en demanda para esos precarios negocios privados. No tienen dinero. Solo pueden ser clientes suyos, y limitadamente, algunos pocos nacionales que reciben gruesas remesas de sus familiares “gusanos” en EE.UU. con el beneplácito de Washington, que permite el envío de hasta $1,000 dólares cada 3 meses a ciudadanos no vinculados oficialmente a la dictadura. Esa cifra es 23 veces mayor que el salario promedio cubano.

Por otra parte, si la Administración suspendió los viajes en cruceros a Cuba fue como sanción al régimen por su apoyo al narco-estado de Nicolás Maduro. Si Castro II se retira de Venezuela, Cuba volverá recibir cruceros repletos de estadounidenses.

Además, fue el propio régimen castrista el que mordió la mano extendida del presidente Obama para normalizar las relaciones bilaterales Cuba-EE.UU. Y es el que lejos de apoyar el avance de un fuerte sector privado lo frena,  le pone obstáculos y lo asfixia con impuestos que probablemente son los más altos del mundo. Y peor, ahora en medio del “periodo especial II”, cuando más se necesita el aporte del sector privado, Díaz-Canel y sus ministros revierten parte del poco espacio concedido a lo que llaman sector “no estatal”.

También la encuesta registró el malestar de los cuentapropistas por no poder importar nada para sus negocios y porque no han podido abrir nuevos establecimientos o aumentar la capacidad de los ya existentes.  ¿De quién es la culpa? De Raúl Castro II y su Junta Militar.

Esos encumbrados militares consideran que los negocios privados obstaculizan sus planes de avanzar hacia un capitalismo de Estado al servicio solo de ellos. Toleran el sector privado solo como un complemento ineludible ahora, y controlado para que no crezca. Quieren dejar bien posicionados en el poder económico a sus descendientes. No quieren que un sector privado autónomo compita con ellos, o los aplaste, lo cual podría ocurrir, piensan, si permiten que se desarrolle.

Es esa dictadura militar, no EE.UU., la causante de la desgracia del incipiente y zigzagueante sector privado criollo.