El gobierno de Cuba ha recrudecido el  acoso contra los trabajadores por cuenta propia, enfocado especialmente contra los transportistas privados de La Habana, los vendedores ambulantes de productos agrícolas (“carretilleros”), y los bicitaxistas. Dicho hostigamiento es coherente con la concepción castrista de que  la libertad económica no es un derecho humano que debe ser reconocido en Cuba, un país socialista. 

El trabajo por cuenta propia es ahora más hostigado  por el gobierno

Últimamente, en vez de darse más facilidades a los cuentapropistas se han aumentado las prohibiciones, topes de precios, confiscaciones de mercancías y equipos, regulaciones contra los transportistas privados  o boteros de La Habana;  a los vendedores ambulantes de productos agrícolas (“carretilleros”)  les confiscan  sus productos y les prohíben circular en  determinadas áreas urbanas. Lo mismo ocurre con los bicitaxistas.
Luego de casi tres décadas de una absurda prohibición del trabajo privado por cuenta propia –desde que Fidel Castro en marzo de 1968 suprimió los 57,280 pequeños negocios que aún funcionaban en Cuba–, al acabarse los subsidios soviéticos en los años 90  el gobierno se vio obligado a restablecer  el cuentapropismo.
Hoy hay más de 535,000 trabajadores por cuenta propia, que prestan servicios en 201 oficios y son quienes alivian las vicisitudes de los cubanos en materia alimentaria y de servicios elementales que el Estado no provee. Pero no se permite que los profesionales universitarios presten por su cuenta sus valiosos conocimientos y experiencia.

El cuentapropista no tiene respaldo jurídico, no es reconocido como negocio privado

El criterio  oficial  de que el  trabajo “no estatal” es sólo un “complemento” sin mucho peso económico, y que en el país seguirá vigente el sistema de economía estatal centralizada,  explica por qué el cuentapropista  no es reconocido ante la ley como propietario de un pequeño negocio, como lo fueron siempre, incluso entre 1959 y 1968.
El actual trabajador por cuenta propia hoy está desamparado,  pues no cuenta con respaldo jurídico alguno. El Estado no le da la personalidad jurídica a la que tiene derecho. En Cuba el cuentapropista es alguien a quien le entregan  una  licencia personal para ofrecer ciertos servicios artesanales. Un  paladar no es un pequeño restaurante privado, como creen los turistas.  Quien lo opera  dispone sólo de una licencia personal como “vendedor de alimentos.
El Estado tampoco ha cumplido con la promesa de apoyar  financiera y técnicamente a las cooperativas no agrícolas (peluquerías, cafeterías y otros servicios).

Ofensiva  contra boteros  provoca  huelga y el  gobierno se asusta

El caso de los taxistas o boteros es el más notorio de la ofensiva gubernamental  contra el derecho de propiedad privada. En La Habana les impusieron límites máximos de precios a los choferes de los llamados almendrones, añejos automóviles norteamericanos de los años 50 y 40  que se mantienen circulando gracias al talento creador de sus propietarios y de mecánicos de  asombrosa pericia técnica.
Por llevar un pasajero  del  Vedado a la Habana Vieja el taxista ahora sólo puede cobrar cinco pesos (un limón cuesta ocho pesos), es decir 21 centavos de dólar, la mitad de la tarifa anterior.  Sin embargo, un auto estatal de turismo cobra por ese mismo trayecto entre 4 y 6 CUC, o sea, entre 96 y 144 pesos.   En distancias  más largas en las que los boteros cobraban 20 pesos, ahora  sólo pueden cobrar 15 pesos, unos 63 centavos de dólar.
Como respuesta al tope de precios los transportistas privados de La Habana  el 27 de febrero lanzaron la consigna de “Cero Carros”. La alta dirección del gobierno se asustó y realizó  un aparatoso despliegue de fuerzas policiales y funcionarios gubernamentales, al tiempo que sacaban  ómnibus de las escuelas y fábricas a prestar servicio  público en la capital.  En algunos barrios incluso policías y funcionarios del Ministerio del Trabajo fueron casa por casa de los boteros y los amenazaron con que si no salían a trabajar les retirarían la licencia de cuentapropista.
En Santa Clara, en respuesta a la prohibición de recoger pasajeros dentro de la ciudad, unos 200 cocheros y carretoneros se fueron a la huelga y las autoridades tuvieron que dar marcha atrás.

Se violan varios  derechos humanos básicos

La falta de libertad económica  y laboral de los cubanos, sea individual o colectiva (cooperativas) es una  violación  flagrante de los artículos 17, 23, 24 y 25 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, principalmente el número 17,  que proclama:   “toda persona tiene derecho a la propiedad, individual y colectivamente”; y también que “nadie será privado arbitrariamente de su propiedad”.
Antes del VII Congreso del Partido Comunista, realizado en abril de 2016,  se generó  la expectativa en la población de que al fin se iba a reconocer la propiedad privada y se iba a permitir le creación de pequeñas y hasta medianas empresas. Por el contrario, el Congreso  prohibió no solo la concentración de la propiedad privada, sino de “riquezas”, una palabra que no estaba  incluida  en los Lineamientos del  Congreso partidista anterior, en 2011.
Las  leyes actuales tampoco permiten que los cuentapropistas u otros ciudadanos cubanos  puedan invertir capital en su propio país.  Igualmente, a todos los cuentapropistas, incluidos los cooperativistas y también los campesinos, se les prohíbe que importen o exporten, o que negocien con extranjeros dentro del país.

Conclusiones

 Acosar al sector privado sólo agudiza  la pobreza

Ante el agravamiento de la crónica crisis socioeconómica que padece la nación, ahora  por el virtual colapso de la economía de Venezuela,  y otros factores,  el  gobierno cubano  no da más espacio a la iniciativa privada, sino que la  hostiga y hasta la suprime en algunos casos. Ello  torna más penosa  la vida cotidiana de los cubanos. Se agrava la pobreza en el país.
En vez de liberar las fuerzas productivas, constreñidas durante casi seis décadas, éstas son restringidas. El  Partido Comunista y  el gobierno cubanos en vez de  reprimir  al incipiente sector privado debiera fomentarlo y apoyarlo firmemente. El sector privado es el motor que mueve toda economía. Fue el que puso fin al  viejo orden medieval y construyó el mundo moderno que hoy conocemos.
De esta modernidad Cuba fue apartada por Fidel Castro al implantar un sistema socioeconómico que por negar la naturaleza humana es inviable. Sin libertad el ser humano no puede progresar en nada.

Transportistas privados muestran su fuerza

La ofensiva contra los taxistas privados, vendedores ambulantes de productos agrícolas o  “carretilleros”, incluyendo el decomiso de sus productos,  de la propia carretilla, y hasta agresiones físicas por parte de la policía,  viola los  derechos económicos y laborales de esos cuentapropistas.   Igualmente los viola la arremetida contra los bicitaxistas,  cosa que afecta negativamente a la población y a los turistas que gustan de utilizar tan singular medio artesanal de transporte.
De todas las últimas medidas anti propiedad privada la más significativa, por las consecuencias masivas que acarrea, es la de imponer tarifas  máximas a  los taxistas privados de La Habana, que ahora ya apenas pueden cubrir los costos de combustible y de mantenimiento de sus vehículos, los conocidos almendrones –peculiar nombre que al parecer se originó  en los años 70 cuando todos los carros de alquiler  eran de color amarillo, cual almendra madura, pues así lo disponía la Asociación Nacional de Choferes de Alquiler Revolucionarios (ANCHAR).

Dichos cuentapropistas tienen que pagar 1.20 CUC por un litro de gasolina, o sea, 4.53 CUC el galón. Los neumáticos, según  testimonios, cuestan entre 100 y 240 CUC cada uno; y las pinturas y chapisterías superan los 1,000 CUC. Además, no hay tiendas mayoristas de piezas de repuestos (baterías, discos de clutch, bandas de freno, etc.),  y  los impuestos son exorbitantes.
Pero los taxistas ya están mostrando su fuerza. En La Habana convocaron una huelga  que causó  tal pánico en la cúpula político-militar del régimen  que realizó un despliegue extraordinario para evitar que dicho paro fuera masivo.  No obstante, muchos taxistas dejaron de trabajar y los efectos fueron caóticos, por una simple razón: La Habana tiene más de dos millones de habitantes y el Estado dispone solamente de 700 ómnibus para el transporte urbano, por lo cual al menos el 50% de los pasajeros diarios de la capital se mueven en losalmendrones. Es así de simple.

Topes de precios causan desmotivación laboral y más escasez

Por otra parte,  la experiencia histórica muestra que los topes de precios que dictan los gobiernos, en cualquiera actividad económica,  sólo traen resultados nocivos para la sociedad.  Poner límites máximos de precios  siempre provoca la desmotivación de productores, comercializadores y prestadores de servicios.  El resultado es siempre  una reducción de la producción o de los servicios prestados.
Los precios deben surgir  de la oferta y la demanda, los niveles de producción,  la preferencia de los consumidores, la libre competencia. Ello funciona como una ley económica  en virtud de la cual se produce una adecuada asignación de recursos hacia determinados sectores de la economía. En Europa del Este, así como en China y Vietnam,  al aplicar reformas profundas dejaron la formación de precios en manos del mercado.
Dada la incapacidad del gobierno castrista  para proveer de suficiente transporte público a La Habana, el tope de precios a los taxistas se traduce en un mayor malestar de miles de habaneros a la hora de ir al trabajo o a otros lugares.
Si no se anula dicha medida ello irá  inyectando más vapor a la caldera social y política, cuya temperatura ha subido con el aumento de las penurias cotidianas y la supresión de “pies secos/pies mojados”, la norma que permitía la legalización migratoria de cubanos que llegaban a territorio de Estados Unidos.
Por lo pronto en La Habana se perciben las consecuencias del tope de precios a los taxistas: ahora hay menos almendrones en las calles.

Cuentapropistas, único sector dinámico de la economía cubana

Los cuentapropistas, que ya conforman una fuerza de medio millón de personas, constituyen el  único sector económico dinámico  que hay en el país. Son el embrión del coloso que reconstruirá la devastada nación cubana. Sin embargo, el espacio de libertad económica que el Estado cubano les ha concedido es muy reducido y encima les coloca más y más obstáculos, impensables en otros países. El  Estado socialista impide que los cuentapropistas hagan crecer sus negocios y que  inviertan capital en su propio país,  y que los profesionales universitarios presten sus servicios
Los actuales dirigentes cubanos deben tener en cuenta que inevitablemente  la reconstrucción económica de Cuba tendrá como protagonista principal al sector privado. Los futuros hombres de negocios cubanos, esos a quienes hoy les cortan las alas para que no vuelen alto,  desarrollarán  la producción agrícola y pecuaria, el comercio mayorista y minorista, almacenes, edificios para oficinas, rascacielos,  equipos de transporte de carga y de pasajeros, nuevos medios de comunicación, salas de cine, gasolineras, farmacias, centros comerciales, restaurantes, hoteles, viviendas, etc.
Mientras más  se demore el surgimiento de ese pujante sector privado cubano, más penosa, larga y costosa será la reconstrucción del país. Tal  falta de  libertad  económica  hunde cada vez a Cuba en el atraso en pleno siglo XXI, e impide que se realicen los cambios  que la nación necesita desesperadamente.

Informe especial realizado por
Roberto Alvarez Quiñones
Marzo 2017