Increíble, con una carga impositiva de hasta un 50% los pequeños negocios privados en Cuba son los que más impuestos pagan en América Latina.

El Estado castrista cobra tantos impuestos a los cubanos que estos generan el 41.7% del Producto Interno Bruto (PIB), más del doble que el 22.6% de toda Latinoamérica. Así lo muestran las estadísticas de Havana Consulting Group, el BID, la CEPAL, y la OCDE.

O sea, el régimen de Raúl Castro es más recaudador que productor, lo cual echa por tierra lo que propugnaban Marx. Lenin, Mao y el Che Guevara.

En un país socialista el Estado es el propietario monopolista de todas las industrias y de los medios fundamentales de producción y servicios. Se nutre de los ingresos y las ganancias que generan las empresas estatales, y de una gran parte del salario que le expropia a cada trabajador (valores creados en el “tiempo de trabajo socialmente necesario” para mantenerse él y su familia según la propia teoría marxista).

El Estado castrista sobrevive a base de impuestos abusivos

Pero el Estado castrista produce tan poco que en buena medida no depende de sus ingresos como monopolio económico, sino de los impuestos al sector privado, en un país no capitalista. No solo se queda con la ganancia que le corresponde como dueño de los medios de producción y con parte del salario que le corresponde al trabajador, sino que encima cobra impuestos exorbitantes a los emprendedores privados.

Desde 2013 ha imperado en la isla una ley tributaria con 22 impuestos diferentes: ingresos personales, ventas privadas, propiedad de la vivienda, utilización de fuerza de trabajo, transporte terrestre y la propiedad o posesión de tierras agrícolas. También hay un tributo especial adicional a los productos y servicios, y un impuesto aduanero. Eso explica por qué en 2020 entregaron sus licencias 247,300 cuentapropistas.

Los economistas cubanos independientes afirman que los ingresos tributarios totales del Estado castrista por impuestos no bajan del 70% del PIB. Pero incluso si se acepta la cifra de casi un 42% calculada por la OCDE, Cuba duplica el promedio latinoamericano y triplica a Guatemala (12.6%) y República Dominicana (13.7%).

Economías más fuertes no abusan de la ciudadanía

A Cuba le siguen, de lejos, Brasil con 32.2% de carga impositiva, y Argentina con 31.3%. Y eso porque corruptos gobiernos de izquierda han subido los impuestos para hacer más gastos sociales, en vez de invertir en infraestructura, educación y tecnología para el desarrollo económico. Agravaron el endeudamiento público solo para mantener contenta a la izquierda, captar votos, y para robarse parte de esos ingresos fiscales (recordemos a Cristina Kirchner y Lula Da Silva).

Sin embargo, en Chile, a punto de ingresar en el Primer Mundo por su desarrollo socioeconómico, la carga de impuestos es la mitad de la cubana, un 20.4%. Y en las restantes economías más grandes de Latinoamérica tenemos que en México es de 17.2%, Colombia (19.8%), y Perú (16.1%).

El colmo es que el Estado raulista a los emprendedores les cobra los impuestos sobre los ingresos brutos (ventas realizadas), y no sobre las ganancias. David Alomá, dueño de una paladar en Trinidad, explicó a un periodista independiente que antes de la crisis económica, en 2016, pagó 433,000 pesos en impuestos ($18,042 dólares). Solo por tener derecho a su paladar tenía que pagar 2,000 pesos mensuales fijos, con comensales o sin comensales no en su paladar. Agregó que paga el 10% sobre sus ingresos brutos y otro impuesto sobre las ganancias obtenidas, que si exceden de cierta cantidad el Estado se queda con la mitad de ellas.

Trampa para seguir cobrando impuestos sobre ingresos brutos

Ahora con la Tarea de Ordenamiento un nuevo decreto ley establece que a los negocios privados se les cobrará el impuesto por las ganancias, no por los ingresos brutos. Pero dicho decreto lleva de contrabando una trampa:  para que eso funcione el emprendedor tiene que justificar con documentos el 80% de sus gastos totales.

Eso es prácticamente imposible en un país en el que no hay mercados mayoristas y el cuentapropista tiene que adquirir en el mercado negro (ilegal) sus insumos, equipos, combustible, etc. Cómo puede el dueño de una paladar, u otro negocio justificar todos sus gastos si ninguno de sus proveedores clandestinos va a firmar un papel que lo puede meter en la cárcel por “enriquecimiento ilícito”, o causar que le pongan una multa de 15,000 pesos (625 dólares).

Un taxista privado menos aún podrá justificar la compra de combustible, aceite, piezas de repuesto y los arreglos mecánicos de su sexagenario “almendrón”, pues casi todo lo consigue “por la izquierda”. Al final, el nuevo decreto ley es otra engañifa más de la cúpula dictatorial.

Y al final ¿qué beneficio reciben los emprendedores y los trabajadores en general a cambio de esos miles de millones de pesos que les succionan en impuestos? Escasez agobiante, desnutrición, pobreza extrema, represión brutal, y en no pocos casos la quiebra.