Como si fueran pocas las desgracias de los cubanos de a pie, que ya no saben qué ejercicios de prestidigitación hacer para llevar comida a la mesa y muchos ya padeciendo de desnutrición, ahora el régimen castrista informa que habrá más hambre.

Eso es lo que significa la noticia de que las lluvias causadas por las tormentas tropicales Laura y Eta impedirán en 2020 el cumplimiento de los planes de producción de arroz, frijoles, plátano, maíz, tomate, yuca, cebolla y boniato. Es decir, escasearán más los alimentos más socorridos de los cubanos.

La bomba la soltó el ministro de Agricultura, Gustavo Rodríguez Rollero, en una entrevista con el diario Granma. El 8 de noviembre ya dicho ministro había informado en la TV que la agricultura había sido afectada por la tormenta tropical Laura, en agosto.

Habrá menos arroz y frijoles

La cada vez más reducida y no balanceada dieta actual del cubano, carente de proteínas, vitaminas, y minerales, se limita básicamente al arroz y los frijoles. De pollo le dan un pedacito para todo el mes. Hasta la carne de puerco está “perdida” en los mercados, al igual que los huevos, el pan, las frutas, hortalizas, y hasta las viandas. Y de la carne de res, leche, pescados y mariscos, ni hablar, para la familia promedio en la isla, esos son alimentos de la prehistoria.

Incluso ni con dólares se puede conseguir hoy bistec de res, o de puerco, o pollo abundante, leche y otros alimentos esenciales, pues los precios son inalcanzables para muchos. Además, según los economistas, en Cuba solo el 33%-37% de la población recibe remesas en dólares.

Pero detengámonos en el dueto alimentario existencial en Cuba, el arroz y los frijoles. Ya se sabía que en 2020 solo se iban a producir 104,000 toneladas de arroz, y ahora se anuncia que se perdieron 7,300 toneladas, o sean, habrá disponibles 96,700 toneladas, en un país cuyo consumo es de 700,000 toneladas de arroz.

En tanto, el consumo nacional de frijol es de unas 70,000 toneladas. Inicialmente se dijo que en 2020 se sembrarían 47,000 hectáreas de frijol y por distintos motivos solo se sembraron 22,000 hectáreas, para producir unas 25,000 toneladas, en vez de las 54,550 “planificadas” inicialmente. Y ahora, ni eso, pues se dañaron 3,451 hectáreas de frijol que hicieron desaparecer 1, 458 toneladas del valioso grano.

Darán millones de libras de alimentos menos por la libreta

Traducido al lenguaje de la bodega de barrio eso significa que se dejarán de entregar por la “libreta” 14.8 millones de libras de arroz, y 3.2 millones de libras de frijoles. ¡Casi nada!

De tomate se perdieron 5.5 millones de libras; de boniato, 2.5 millones; de cebolla, 1.8 millones; de maíz 103,147 libras; y del socorrido plátano se perdieron nada menos que 15 millones de libras.

Y ya el vicedictador, José R. Machado Ventura (Raúl Castro jamás da la cara), ha aclarado que no hay divisas para comprar alimentos. O sea, no hay cómo importar las 46,458 toneladas de diferencia entre la producción de frijol y el consumo de 70,000 toneladas. El precio mundial del frijol oscila entre 1,000 y 1,100 dólares la tonelada. Suplir ese déficit nacional de frijoles con importaciones costaría unos 51 millones de dólares. No los hay.

En fin, si con la importación de $2,000 millones anuales en alimentos la gente en Cuba ya comía mal y poco, es fácil imaginarse cómo come ahora cuando solo se importa, si acaso, la sexta o séptima parte de los alimentos que se compraban antes y el país apenas produce un 20% de los que se consumen.

El desabastecimiento hace que el cubano tenga que gastar muchas horas cada día en colas para conseguir productos esenciales

¿Qué piensa hacer el gobierno de Raúl Castro-Díaz-Canel ante semejante situación? ¡Nada!

No hará nada, pues las recientes medidas anunciadas son el mismo perro estatista-estalinista con diferente collar. El campo cubano seguirá acogotado por el Estado, solo que ahora las regulaciones, los precios de miseria, los impuestos abusivos y demás trabas a los campesinos e usufructuarios se ordenarán desde cada municipio y no desde La Habana.

¿Es que los generales, coroneles, y la alta burocracia civil de la dictadura, “bien comidos y bebidos”, como se dice en la isla, creen que habrá suficientes tripas y desechos de gallinas decrépitas para evitar el hambre?

Si así piensan hay que repetirles lo que les dijo el locutor de la radio cubana Yunior Morales: “las tripas, gallinas decrépitas y los restos se los comen ustedes.”

Hay que exigirles que no se burlen más de la gente y liberen de una vez la agricultura, la ganadería, y en general de todas las constreñidas fuerzas creadoras de la nación. Si no lo hacen será inevitable una hambruna. Es así de simple, y de trágico.


Nota del editor:  Desde abril del 2020 la Liga de Campesinos Independientes y el capítulo cubano de la Federación Latinoamericana de Mujeres Rurales (FLAMUR) dieron a conocer  exigieron al gobierno cubano 5 medidas conocidas como “Sin Campo no hay País”, a fin de asegurar la comida de las familias cubanas y evitar que la crisis desemboque en hambruna. El gobierno cubano no ha contestado todavía a esas demandas.