Casi todos los cubanos residentes en la isla han visto en películas, o en fotos de revistas y periódicos, la triste imagen de niños en otros países llorando ante una despampanante vidriera mirando golosinas que sus padres no pueden obsequiarle porque son muy pobres y no tienen el dinero necesario para adquirirlos.

Cuando Fidel Castro sin consultar al pueblo soberano proclamó el carácter comunista de “su” revolución, el 16 de abril de 1961, anunció en aquel patético discurso que la de Cuba era “la revolución de los humildes, por los humildes y para los humildes”.

Ya anteriormente en la Historia me Absolverá, y luego desde su cómoda Comandancia Rebelde en la Sierra Maestra había asegurado que la “revolución” borraría del mapa para siempre la pobreza, la injusticia social y la triste imagen de niños y familias menesterosas y desamparadas.

Casi 60 años después de aquella promesa del comandante lanzada en la esquina de 23 y 12 en el Vedado, la pobreza extrema, que no fue acabada sino agravada, es hoy tan dramática que ha colocado a Cuba al mismo nivel de miseria de los países más pobres del África Subsahariana, según los parámetros del Banco Mundial.

¿Revolución para los humildes?

Y no ya en fotos o películas, sino en la realidad cubana de cada día, niños pobres y hambrientos lloran ante vidrieras de tiendas de la “revolución” (¿para los humildes? ) y piden a sus padres que les compren los suculentos alimentos que están contemplando a través del cristal. Pero ni papá, ni mamá, los pueden complacer por la pobreza extrema en que viven, y porque, para colmo, esas delicias para el paladar infantil se venden solo en dólares, una moneda extranjera a la que ellos no tienen acceso.

Nota del periodico Venceremos en Guantanamo

Para no ir muy lejos basta citar lo ocurrido en Guantánamo recientemente, y que se hizo viral en las redes sociales. En un comentario de esos “apolíticos” enviados por los lectores a la prensa oficial, el periódico provincial Venceremos (¿a quién?) publicó una nota que decía:  “Guantanameros sugieren a la gerencia de Ia tienda de productos en MLC situada en las calles Los Maceo, esquina a Prado, se valore Ia posibilidad de cambiar de lugar las confituras visibles a través de Ia cristalería que da para esta última arteria”.

En la nota se pedía “colocar otros productos, porque llaman mucho Ia atención de los niños, y es complejo explicarles la imposibilidad de los padres para comprarlos por no tener acceso a esa moneda, cuestión que ante Ia incomprensión de los pequeños, por lo general, les provoca el llanto”.

No pueden comprender por qué sus padres no los complacen

Es simple, los infantes no pueden comprender que esas delicias que ellos quieren saborear, incluyendo bombones, dulces, galleticas, panetelas, y otras golosinas, solo pueden comprarse con una moneda que no es la que reciben sus padres en sus sueldos, que, además, son más bajos que en Haití.

Miles de cubanos al leer la nota del periódico guantanamero expresaron su indignación en las redes sociales, al punto de que la tienda tuvo que alejar las confituras de las vidrieras y la vista del público.

Y el medio oficial del PCC en esa provincia de hecho se vio obligado a admitir que en Cuba sí hay niños muy pobres que sueltan lágrimas ante las vidrieras con confituras sabrosas que sus padres no les pueden comprar. No obstante, el periódico partidista puso lo suyo y dijo que las tiendas en MLC son necesarias para que el país recaude divisas.

¿Lloran los hijos de los militares ante las vidrieras de las tiendas?

A “Venceremos” hay que preguntarle ¿Seguro que es el país y no GAESA y los generales y coroneles que mandan en Cuba los que se benefician de esas divisas? ¿Lloran los hijos, nietos y bisnietos de esos militares contemplando las deslumbrantes vidrieras de las shopping porque sus familias son muy pobres y no tienen dólares para comprarles esas delicias?

Por otra parte, en abril de 2020 se hizo viral en las redes sociales el dramático caso de una madre en San Juan y Martínez, Pinar del Río, abrazada a sus cuatro hijos desnudos y enflaquecidos, que estaba pidiendo ayuda por su desesperada situación de hambre y miseria, sin zapatos, ni medias, incluso sin colchones para dormir adecuadamente.

Las mentiras de la UNICEF y la FAO

Algunos al ver las imágenes dijeron que eso no podía ser en la Cuba socialista, pero ante las irrefutables evidencias admitieron que sí, que era en ese poblado pinareño de unos 45,000 habitantes.

Vergüenza debiera darles a los burócratas del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), que en su último informe (2919) afirmaron que antes de la pandemia del Covid-19 en el mundo había 356 millones de niños pobres, muchos de ellos desnutridos, y luego agregó que Cuba era un ejemplo porque no hay niños pobres ni desnutridos. La FAO fue más lejos y en un informe de 2018 felicitó a la dictadura porque Cuba es “la nación con más avances en América Latina en la lucha contra la desnutrición.”

Ambas entidades de la ONU, como también la CEPAL y casi todas las agencias especializadas de la ONU aceptan muy a gusto, sin chistar, las estadísticas groseramente manipuladas que envía La Habana y en la práctica terminan siendo propagandistas de la peor dictadura en la historia de América.