Fidel Castro no fue nunca el héroe que mitificó su propia propaganda y que tan tempranamente como en febrero de 1957 lanzó al mundo el diario The New York Times luego de la entrevista que le hizo Herbert Matthews en las montañas, que circuló por todo el mundo.

No fue heroico cuando dirigió el ataque contra la principal fortaleza militar del oriente cubano, el cuartel Moncada, en 1953. Ni durante la campaña guerrillera en la Sierra Maestra, ni durante la invasión de Bahía de Cochinos (Playa Girón) en 1961, ni cuando las protestas masivas habaneras del “maleconazo”, en 1994.  Tampoco cuando siendo estudiante de bachillerato era admirador de Mussolini y tenías ideas fascistas, o cuando como gángster baleaba por la espalda a rivales políticos. Y menos aún fue héroe cuando en 1951 fue a la finca del entonces senador Fulgencio Batista a alentarlo a que diera un golpe de Estado al presidente constitucional Carlos Prío.

Huyó del Moncada

En el cuartel Moncada cuando sonaron los primeros disparos Castro huyó sin combatir y sin avisarle al resto de los asaltantes que se retiraran pues se había perdido el “factor sorpresa” y aquello iba a ser una masacre. Y lo fue: murieron 61 de sus 160 colegas, seis en combate y 55 asesinados. Por eso de los 99 asaltantes sobrevivientes 27 rompieron definitivamente con Castro.

Refugiado en su comandancia, apenas combatió

En la Sierra Maestra solo seis semanas antes de que el dictador Batista huyera del país (1 de enero de 1959), cuando el ejército dictatorial estaba en desbandada y los jefes se negaban a pelear, fue que Fidel Castro bajó de las montañas, donde permaneció. guarecido en su comandancia de La Plata, acompañado por su secretaria y confidente, Celia Sánchez

O sea, Fidel fue un jefe guerrillero “diferente”. Acompañado todo el tiempo por una mujer, tenía buena comida, excelentes tabacos, una biblioteca, una emisora de radio a su lado para hacer propaganda, y recibía a famosos periodistas extranjeros, como el ya citado enviado del The New York Times.

La guerra de guerrillas se caracteriza por la movilidad constante. Atacar y replegarse. No se puede ocupar un territorio porque no hay cómo defenderlo contra un ejército bien equipado. Sin embargo, Castro subió a la Sierra Maestra a en diciembre de 1956 y solo bajó dos años después, el 18 de noviembre de 1958, cuando ya casi toda la provincia de Oriente estaba en poder de las guerrillas, para la fácil toma de Guisa (a 20 kilómetros de Bayamo).

Participó en algunos combates, pero todos en las agrestes zonas montañosas con ventaja táctica para los rebeldes por su superioridad numérica y porque conocían bien el escenario y atacaban por sorpresa los pequeños puestos militares de la zona.

No fue invasor como Maceo y Gómez

Desde fines de 1957 y durante el año 1958, el jefe rebelde fe enviando destacamentos guerrilleros a combatir en los llanos, incluyendo dos columnas invasoras hacia el Occidente del país, encabezadas por Camilo Cienfuegos y el Che Guevara.  A diferencia de los principales jefes insurrectos en la Guerra de Independencia, los generales Antonio Maceo y Máximo Gómez, que encabezaron las columnas invasoras hacia Occidente, Castro permaneció tranquilo en su comandancia, arropado por su pareja femenina.

Y luego el 1 de enero de 1959 entró triunfal en Santiago de Cuba,  sin disparar un tiro, cuando ya Batista había abandonado el país. Y fue Camilo Cienfuegos quien ocupó La Habana y recibió el poder político y militar.

A Playa Girón llegó cuando todo había terminado

A Playa Girón el Comandante en Jefe llegó cuando los combates cesaron y los brigadistas fueron derrotados y tomados prisioneros. Estableció su puesto de mando en el central Australia, Matanzas, a unos cuantos kilómetros del escenario de guerra.

El “maleconazo” y el contraste entre Fidel y Boris Yeltsin

La masiva revuelta opositora del 5 de agosto de 1994 en La Habana (el “Maleconazo”), comenzó al mediodía y Fidel fue al lugar a las 5 de la tarde  cuando ya habían sido dispersados los manifestantes, arrestados y muchos de ellos apaleados y heridos de gravedad por fuerzas enviadas por la dictadura.

La actitud de Castro fue muy distinta a la de Boris Yeltsin en Moscú al producirse el golpe de Estado a Gorbachov el 19 de agosto de 1991.  Yeltsin subido en un tanque de guerra se enfrentó a los golpistas y llamó a la huelga general y el apoyo a la población y el Ejército.  Yeltsin no murió a balazos porque el grupo de operaciones especiales «Alpha» de la KGB, que tenía la orden de matarlo, inesperadamente se negó a obedecer.