Luego de 60 años de haber sido eliminado del paisaje político cubano el cargo de gobernador provincial ha sido rescatado para hacer creer que forma parte de una “renovación” del sistema de gobierno copiado de la Unión Soviética para independizarlo del acogotamiento total que ha tenido del Partido Comunista.

Falso. El control, dominio e intromisión del PCC en todos los aspectos de la vida nacional, y más ahora con la economía ya en su crisis terminal, no va a desaparecer ni va a amainar mientras el estalinismo sea la espina dorsal del castrismo. La elección de los gobernadores cubanos no cambia la intromisión del PCC en todas las esferas administrativas.

Y esto es clave. Sin estalinismo, la dictadura castrista se parecería a las de China y Vietnam. Allí se mantienen arriba tiranías comunistas que violan brutalmente los derechos humanos, pero abajo hay economía de mercado que, aunque regulada y con múltiples controles estatales es capitalista. Gracias a ese capitalismo y las inversiones megamillonarias de Occidente sus economías han crecido exponencialmente en las últimas décadas.

¿Dejará el PCC de dirigir y vigilar en las provincias?

En Cuba Raúl Castro se niega a “traicionar” el legado estalinista de su hermano Fidel y bloquea toda posibilidad de liberar las fuerzas productivas. El Estado sigue monopolizando la economía y genera entre el 91% y el 94% del Producto Interno Bruto, según el economista Pavel Vidal.

El Partido Comunista, mientras Raúl Castro viva, no va a dejar que en las provincias los gobernadores cubanos y sus equipos dirijan nada. El PCC y su burocracia seguirán metidos en todo, no importa lo que diga la nueva Constitución.

Además, la chapucería estalinista tara de origen este montaje de supuestas “reformas”.  Los gobernadores y vicegobernadores provinciales fueron electos totalmente a espaldas de la ciudadanía. Todo un sainete político.

Fueron elegidos no por el pueblo soberano en sufragio secreto y directo, sino por 12,244 delegados (concejales) de los 167 municipios de la isla, que le pasaron por encima a los 8.9 millones de cubano con derecho al voto (con 16 años o más en 2019).

Encima, esos delegados del Poder Popular fueron obligados a votar por los candidatos únicos propuestos por el Presidente de La República, según la nueva Constitución.

Los gobernadores cubanos nominados a dedo

Por eso siete de los 15 nominados por Díaz-Canel para gobernadores obtuvieron más del 99% de los votos, encabezados por Jaime Chiang, de Las Tunas, con un 99.85%, seguido por el de Guantánamo, Emilio Matos, con 99.83%. En Santiago de Cuba Beatriz Johnson sacó el 99.58%.

También obtuvieron más del 99% de votos los gobernadores de Ciego de Ávila (99.63%), Pinar del Río (99.44%), Artemisa (99.10%, y Cienfuegos (99.03%). Otros tres recibieron más del 98% de los votos, incluyendo el de La Habana (98.24%).  La menos “popular” fue Tamara Valido, de Mayabeque, por quien votó “solo” el 93.67%.  Los otros cuatro nominados obtuvieron entre el 95% y el 97.8%.

Los medios estatales se deshacen en elogios y explican que los artículos 171,172 y 173 de la nueva Constitución establecen que el nuevo gobierno provincial, presidido por el gobernador, “representa al Estado y tiene como misión fundamental el desarrollo económico y social de su territorio“, y que “actúa como coordinador entre las estructuras centrales del Estado y los municipios”.

Pretenden convencer a la población, cada vez más hundida en la escasez y la desesperación, de que todo va a mejorar porque los gobernadores ahora serán la voz del pueblo de la provincia ante la nación y el “vigilante del gobierno central” que impedirá cualquier desvío de la política correcta del Estado en los municipios.

Se dibuja al gobernador como un delegado del dictador, omnipotente, para controlar el cumplimiento de los planes de producción y del presupuesto provincial, “en estrecha vinculación con el pueblo“, como dice la Carta Magna.

Pamplinas. Ni puede haber conexión alguna del gobernador y su equipo con el pueblo, porque no representan al pueblo (fueron grotescamente colocados en sus puestos a espaldas de la ciudadanía), ni tendrán poder real.

Raú Castro, su Junta Militar y el Partido Comunista en sus instancias de todos los niveles no van a entregar su enorme poder partidista y sus controles enfermizos, con vigilancia político-ideológica incluida, a funcionarios estatales “advenedizos”.

La “creme de la creme” del castrismo percibe que, con la crisis económica cada vez peor, más tiene que vigilar y estar a cargo de todo, no vaya a ser que surja un Gorbachov provincial que se riegue como pólvora por la isla.

En resumen, los gobernadores cubanos, que el 8 de febrero tomarán posesión, en la práctica serán ayudantes del Primer Secretario y del Buró del PCC en cada provincia, que son los que de veras cortan el bacalao:   deciden, controlan todo, y mandan.