La confesión que en un desliz senil hizo Fidel Castro al periodista Jeffrey Goldberg en una entrevista en 2010 cobra cada vez mayor vigencia: “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”.

Según algunos economistas y académicos consultados por Diario de Cuba los subsidios totales de la extinta Unión Soviética a Cuba, calculados en 35,000 millones de dólares, fueron ya superados por los $37,200 millones que ellos estiman Venezuela entregó a la isla entre 2000 y 2018.

Esas cifras son inferiores a las reales. Las verdaderas no hay cómo obtenerlas de fuentes oficiales, pero no importa la exactitud, lo importante es que se muestra la inviabilidad del socialismo y el crimen de Raúl Castro y su equipo al mantener en Cuba un sistema socioeconómico que sin dinero regalado del extranjero colapsa.

En verdad entre 1961 y 1991 Cuba recibió de la URSS al menos el doble, o el triple de la cifra citada. Los académicos no tuvieron en cuenta rubros enmascarados en las muy opacas relaciones La Habana-Moscú. Por encima de las subvenciones digamos oficiales bajo el manto de “cooperación bilateral”, Moscú entregó a Cuba decenas de miles de millones de dólares en armamentos de todo tipo, y en operaciones triangulares de reexportación del petróleo que le correspondía a Cuba en su cuota dentro del CAME.

Si bien aquellos miles de millones de dólares no se entregaron de forma directa a la economía cubana, fueron la espina dorsal de la “revolución”. Permitieron a Fidel Castro burlarse del programa político nacionalista y democrático que había prometido en el Moncada, implantar el comunismo y atornillarse en el poder.

Cuba con las fuerzas armadas más grandes y poderosas de Latinoamérica luego de las brasileñas se convirtió en plataforma para la penetración soviética en las Américas y de enfrentamiento directo con Washington, en sus narices. Y a la vez posibilitó la exportación de la revolución comunista cubana. Castro I intervino militarmente en varios países latinoamericanos. Y no solo en América, dando rienda suelta a su megalomanía envió a unos 500,000 soldados a combatir en guerras africanas y en el Medio Oriente.

Al ingresar en el CAME a Cuba le asignaron una cuota de petróleo anual que en los años 80 llegó a 13 millones de toneladas anuales. El pequeño tamaño de la economía cubana no daba para consumir más de 10 o 11 millones de TM. El gobierno soviético vendía en el mercado capitalista el “sobrante” de Cuba y  enviaba a La Habana el cash en divisas. Era otro subsidio, y tan grande que superaba en valor las exportaciones de azúcar, por entonces el principal rubro de exportación de Cuba.

Por otra parte, la Venezuela chavista ha enviado a Cuba mucho más que los $37,200 millones citados, pero la opacidad en las relaciones Caracas-La Habana es peor que la de Cuba-URSS. Durante unos 15 años Caracas entregó gratuitamente a Cuba entre 110,000 y 115,000 barriles diarios de petróleo. Y los Castro no solo no lo pagaron, sino que hicieron lo mismo que con el petróleo soviético, lo reexportaban. Incluso hoy Maduro sigue enviando a la isla la tercera parte de todo el combustible que consume.

Hoy la nefasta conclusión de los cubanos de a pie es que si con tantas divisas regaladas durante seis décadas el país hoy está en ruinas, cómo será la cosa cuando Maduro sea sacado de Miraflores y no le caiga del cielo un centavo más a la mafia castrista. Muchos ya saben que el segundo “periodo especial” que ya azota a la población dará paso un tercero peor cuando se reinstaure la democracia en Venezuela.

Está claro que sin un nuevo mecenas a la vista que mantenga a la dictadura cubana, y con menos exportaciones de bienes y servicios, menos turismo y menos inversiones de capital a consecuencia del título III de la Ley Helms-Burton, el modelo estalinista-castrista está llegando a su fin.

Moraleja: o se liberan las fuerzas productivas, o Cuba se convierte en una nación más de la hambrienta y paupérrima África Subsahariana, no importa si del lado de acá del Atlántico.

Por: Roberto Alvarez Quiñones